martes, 10 de abril de 2012

Europa instó a Lakua a dejar de disparar pelotas

En junio pasado, el Departamento de Interior de Lakua confirmaba haber recibido un «ruego» de la Comisión Europea para que dejara de utilizar pelotas de goma. Unos proyectiles -en realidad de caucho- que no necesitan presentación en Euskal Herria, porque han formado el complemento dramático de miles de movilizaciones políticas y sociales en las últimas décadas. Aquel ruego era una especie de preaviso para su eliminación por decreto, que se prevé para finales de este 2012. Pero para Iñigo Cabacas, de 28 años, fallecido ayer, llegará tarde. También para Xuban Nafarrete, de 19, que ha pasado seis días en el hospital de Santiago de Gasteiz después de sufrir un derrame cerebral el día de la huelga general.
Lakua dijo tomar nota de la recomendación europea y compartirla. Sin embargo, ha hecho lo contrario: en las últimas semanas se han producido varias cargas a pelotazos en diferentes puntos, como si la Ertzaintza quisiera agotar sus stocks antes de que llegue el veto europeo definitivo.
Las pelotas de goma prácticamente solo se usan ya en el Estado español y en Portugal. En Euskal Herria, en realidad, el nombre de Iñigo Cabacas viene a cerrar una lista de víctimas casi interminable. En Catalunya, el tema ha entrado en la agenda política después de que desde 2009 cuatro personas hayan perdido un ojo a causa de otros tantos pelotazos, pese a lo cual el Parlament ha rechazado crear una comisión de investigación. Y en el caso vasco, el consejero de Interior de Lakua, Rodolfo Ares, tiene ahora pendiente una respuesta que va mucho más allá de estos dos casos recientes de Gasteiz y Bilbo: ¿Por qué la Ertzaintza continúa utilizando, y muy a menudo, pelotas de goma pese al emplazamiento europeo y pese a saber además que sus días están contados?
Hace unos meses, policías expertos en antidisturbios daban una pista de ello. Se declaraban reacios a la retirada de las pelotas de goma en un reportaje en ``El Mundo''. Argumentaban que «por su virulencia» estos proyectiles permiten crear «una franja de seguridad que evita en muchas ocasiones el cuerpo a cuerpo, que es el lance en el que más lesiones se producen».
A 720 kilómetros por hora
La realidad es que mientras en otros países europeos estos artefactos fueron desterrados hace tiempo, en Euskal Herria hasta los niños pequeños han tenido alguna en su mano y no son pocos quienes las coleccionan. Hablamos de auténticas balas de 54 milímetros de diámetro y 85 gramos de peso que alcanzan una velocidad de 200 metros por segundo (720 kilómetros a la hora). No solo es imposible verlas venir, sino que también los rebotes pueden causar -y de hecho causan- heridas, y más aún cuando, como suele ser norma en Euskal Herria, se disparan en cascos antiguos de las ciudades, entre paredes que forman espacios muy cerrados. Las lesiones habituales más graves son traumatismos craneales como el que ha costado la vida al joven de Bilbo, hemorragias y derrames cerebrales, pérdidas de visión, perforaciones pulmonares e intestinales y traumatismos en testículos.
Mucho antes que la Comisión Europea fueron diferentes instituciones médicas las que dieron la voz de alerta. Así, un estudio publicado en 1996 en la revista ``Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología'' por cinco doctores repasaba la evolución durante seis meses de tres pacientes que habían recibido impactos oculares de pelotas de goma. Explicaban que si bien las lesiones localizadas en el polo anterior del ojo remitían sin secuelas tras la fase inflamatoria oficial, en el polo posterior se evidenciaban «importantes secuelas funcionales permanentes». «Dado el mal pronóstico de este tipo de contusiones, hacemos hincapié en la peligrosidad de estas armas», concluían.
La revista médica británica ``The Lancet'' constató también que estas pelotas de goma «no deberían considerarse un método seguro». En este caso analizaron a 152 heridos por pelotazos en octubre de 2000 dentro del conflicto palestino-israelí, y con ello constataron que aunque teóricamente había una orden de disparar a más de 40 metros de distancia y solo a las extremidades inferiores, la mayor parte de los disparos se hizo a pocos metros y las lesiones se localizaban casi siempre en extremidades superiores, cabeza, cuello y cara.
Esta situación se reproduce en Euskal Herria y queda muy clara en el trágico caso de Iñigo Cabacas. También en Catalunya, donde el protocolo establecido para los Mossos d'Esquadra incluye condiciones tan estrictas en la teoría como incumplidas en la práctica: disparar a más de 50 metros, que la pelota golpee en el blanco luego de haber rebotado en tierra, que impacte solo en la parte inferior del cuerpo...
Todo ello hizo que la Comisión Europea tipificara estas pelotas como «letales» según la diferenciación que empezó a establecer en 2005, al hilo de los sucesos de los suburbios de París. La recomendación le llegó a la Ertzaintza en 2011. El Departamento de Interior anunció incluso que las sustituiría por unos lanzadores que ya usan los Mossos, con mira telescópica y que disparan proyectiles más ligeros que provocan «inhibición muscular temporal». Nada más se sabe de ello, pero de momento sí hay una consecuencia irreversible: las tétricas pelotas de goma van a morir matando.
Esta noticia aparecida hace un año en el diario "El (in)mundo" corrobora lo dicho.Las nuevas pistolas serian las de la imagen pequeña, que mas que una solucion serian otro paso atras ya que los proyectiles que se utilizan son de mayor tamaño y causan, por ejemplo,  al impactar en una pierna la paralización temporal de esta.

Imagen de diferentes proyectiles utilizados por los Mossos en La Plaza de Catalunya el 27 de Mayo de 2011, entre ellos las famosas bolas de caucho. El nuevo proyectil seria el que esta mas a la derecha.