Por enésima y última vez nos han engañado. Hemos vuelto a pecar de ingenuos al pensar que el pasado jueves se iba a respetar la libertad de expresión en la cancha del Baskonia. Hemos dedicado un esfuerzo baldío a intentar negociar los términos de la protesta ante la presencia en Gasteiz de la delegación israelí del Maccabi de Tel Aviv. Una semana de trabajo institucional tras la que desde la Plataforma de Solidaridad con Palestina de Gasteiz habíamos arrancado un compromiso verbal claro: se iba a permitir el reparto de octavillas en los aledaños del estadio a la entrada del partido y se iba a permitir la entrada de banderas palestinas y de pancartas cuyos lemas no fueran ofensivos (un punto muy ambiguo sujeto a la interpretación... ¿de quien?). Y una vez más alguno o todos de los eslabones de la cadena (seguridad del pabellón, gerencia del Baskonia, Consejería de Interior...) ha vuelto a faltar a la palabra dada.
Momentos antes del partido, en el exterior del estadio, policías autonómicos de paisano requisaban 10.000 octavillas, la totalidad de pancartas con los lemas de la campaña internacional de BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) a Israel, y retenían e identificaban a once activistas solidarios con Palestina. Las directrices del protocolo de seguridad desplegado por el Mosad (servicio secreto israelí) y acatado e implementado por la Consejería de Interior vasca era claro a juzgar por las conversaciones entre los ertzainas que nos retenían y cuya mayor obsesión era encontrar en los textos las palabras genocidio, apartheid o boicot, como si reclamar el final del apartheid pudiera ofender la sensibilidad de cualquier persona respetuosa con los derechos humanos. El objetivo del dispositivo de seguridad, por su parte, era más que evidente: intentar erradicar de las gradas de Zurbano cualquier muestra de solidaridad con el pueblo palestino, de denuncia del régimen sionista o de apoyo a la campaña internacional de BDS. A ese fin contribuyeron también, como en ocasiones anteriores, los medios de “comunicación”, boicoteando la rueda de prensa anterior al partido a la que no acudió ningún medio y solo uno (el diario Gara) se hizo eco de la misma; y durante el propio encuentro haciendo verdaderos esfuerzos por evitar que las banderas palestinas que jalonaban las gradas aparecieran en las pantallas de televisión.
Todas estas limitaciones al libre ejercicio de la libertad de expresión nos han demostrado que la acción directa no violenta ha sido una vez más la única herramienta eficaz para romper con la imagen de normalidad que el estado sionista, con la connivencia de las instituciones locales, pretende pasear por las canchas europeas. Y así lo hemos hecho, saltando al parquet de Zurbano donde ha vuelto a ondear la cuatricolor. Por encima de las restricciones, amenazas, decomisos, acosos... ¡durante cinco segundos les hemos vuelto a sacar los colores!. Nuestro mensaje, pues, es muy claro, tan claro como vuestras directrices: el Maccabi, el mayor valedor público de las políticas genocidas de Israel, no es bien recibido en Euskal Herria. Y así se lo haremos saber cada vez que pretendan presentarse en nuestra cancha, con la única herramienta que nos queda, el legítimo ejercicio de la desobediencia civil.