martes, 13 de noviembre de 2012

"Yo también cerré Garoña"


Gasteiz SE ECHA A LA CALLE PARA FESTEJAR LA ANUNCIADA CLAUSURA DE LA CENTRAL NUCLEAR


"NIK ere Garoña itxi nuen/Yo también cerré Garoña". Bajo este cántico, los gasteiztarras se echaron el sabado por la tarde-noche a la calle para celebrar el previsible cierre de la central nuclear más próxima a Vitoria. "Entre todos hemos conseguido cerrar Garoña. Largos años de lucha han tenido su recompensa; la movilización popular es una herramienta cargada de futuro. Ahora toca celebrarlo, que nadie pueda esconder nuestra victoria", clamaban en la plaza de las Burullerías, en pleno Casco Viejo. La fiesta continuó luego en los cantones y bares de la parte vieja con txistularis, brindis, pasacalles, txalaparta, teatro, percusión...
Un ambiente de celebración para una noticia largamente esperada en Álava, un territorio que lleva años clamando el cierre de Garoña y que, aun ahora, se toma la buena nueva con prudencia, consciente de que ya son varias las ocasiones en que la central ha conseguido prorrogar su vida útil a pesar del deterioro de las instalaciones. Pero no era ayer momento para medias tintas, sólo para disfrutar. Y es que, tras años de espera, denuncias y movilizaciones, Álava y Vitoria ven más cerca la clausura de la central de Garoña. Ecologistas e instituciones secundan la idea de irreversibilidad del cierre de la central, y se felicitan por la noticia. La plataforma Araba sin Garoña atribuye la "victoria" del cierre a la movilización popular, aunque considera que la fecha se fijó en 2011 en Japón con la catástrofe de la central de Fukushima, gemela a la planta atómica castellana, ubicada a unas pocas decenas de kilómetros de la capital alavesa.
Por su parte, Nuclenor propietaria de la instalación nuclear no ha solicitado una nueva prórroga de la actividad debido en parte a las condiciones de seguridad en las que opera Garoña y en parte a las obligaciones que ha exigido la Unión Europea a raíz del accidente nipón. Nuclenor subsidiaria, a su vez, de las multinacionales eléctricas Endesa e Iberdrola, que comparten al 50% su accionariado tendría que haber acometido una inversión mínima de 140 millones de euros para llevar a cabo medidas de fondo y estructurales, que le habrían obligado a parar su actividad durante un largo tiempo.
A su vez, los gestores de Garoña sólo contemplan el escenario del cierre de la planta en ocho meses. Claro y conciso, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), organismo regulador competente en materia de seguridad nuclear y protección radiológica en el Estado da fe en un comunicado de la recepción de la documentación solicitada a Nuclenor, propietaria de la central nuclear, para guiar el proceso de predesmantelamiento de la instalación burgalesa. Éste comenzará, según el plannig oficial diseñado al respecto, un segundo después de que la planta deje de estar operativa y se prolongará durante años, tantos como sean necesarios antes de que Enresa -empresa pública que se ocupa de la gestión y almacenamiento seguro de los residuos radiactivos que se producen en España- se haga cargo del desmantelamiento de la infraestructura ubicada en el Valle de Tobalina. Cuando eso suceda si sucede, se pondrá punto y final a este episodio del rocambolesco juego de intereses en el que se dirime el futuro de la central. Los ecologistas, por su parte, aunque se han felicitado por la noticia, denuncian que el dinero para el desmantelamiento va a salir del "bolsillo público, común" mientras que las eléctricas Iberdrola y Endesa "se han embolsado durante años los millones de beneficios" de la actividad de Garoña. Según la plataforma Araba sin Garoña, la explotación de la central generaba anualmente unos beneficios de 250 millones de euros y reclamó que éstos reviertan en el desarrollo económico de la zona. Sobre la posibilidad de que haya empresas interesadas en comprar la central, descarta que haya alguien en condiciones de invertir. Y tampoco otorga credibilidad a quienes alertan de una subida del precio de la luz debido al cierre de Garoña porque la producción eléctrica de esta instalación es "totalmente inapreciable". Curiosamente, si Garoña cierra definitivamente sus puertas, lo hará con uno de los gobiernos más pronuclear que ha habido en España, tras años de promesas incumplidas, acuciada por la crisis y azotada por el gravísimo accidente de Fukushima. De momento, Vitoria lució el sabado una vez más el lema Nuklearrik? Ez. Eskerrik asko.